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perdone los errores

 


Il fascino sottile del peccato

Tardé unos veinte minutos en entender la historia de esta película. Veinte minutos de largos diálogos y pobres escenas de sexo, afortunadamente salvados por la presencia de una salvaje Claudia Cavalcanti. Al menos eso.

A partir del minuto veintiuno todo estaba claro: se trata de una película que remite a los culebrones de la época (como Dinasty y Dallas) mientras intenta seguir el erotismo de 9½ Semanas. Dos cosas que hacen que te des cuenta del tipo de película que es.

 

A lo largo de la primera parte, el patrón consiste en lo que dije en las primeras líneas (¡no me hagas recordar los diálogos y las escenas de sexo, por favor!). La segunda parte cambia un poco de registro, pero no te preocupes, la basura reina.

Así pues, antes de compartir, porque es justo sufrir juntos, el argumento de esta película de 1989, es justo recordar que se trata de la primera obra erótica de Ninì Grassia, que pasó de la comedia/drama napolitano al cine erótico barato, lo que le llevó a una larga lista de películas, más o menos malas y que a menudo dirigía el boquiabierto Saverio Vallone, un actor para todas las estaciones y sobre todo su fetiche absoluto.

Sin embargo, dejando de lado la crónica, es hora de meterse en esta película con los dos pies.

Nos encontramos en la casa de Arianna (Alexandra Delli Colli), que ha heredado algún imperio financiero de su marido Marcello. Se ha vuelto a casar con Aurelio (Vito Fornari), con quien vive en una villa con piscina, rodeada de sus hijos, Carlotta (Claudia Cavalcanti) y Gustavo (Alfredo Gallo) y también de la hermana de Marcello, Sonia (Danila Trebbi), y de su novio Enrico (Saverio Vallone).

Sonia ha recibido una cantidad ridícula de dinero como herencia y esto la cabrea. Pero eso es lo de menos, porque Carlotta, que se hace la buena delante de todos, es una gilipollas que quiere meterse en la cama de cualquiera, incluida la de su padrastro, que la acoge en su estudio, donde se folla regularmente a su secretaria.

Pero eso no es todo. No queridos. Gustavo es gay. Comprometido con un tal Mario. Enrico, por su parte, descubre la ganga de su vida, descubre algunos secretos y empieza a chantajear a diestro y siniestro. ¿Termina aquí? ¡No, queridos! Arianna, chantajeada por Enrico y preocupada por que se sepa que Gustavo es gay, intenta curar (?) a su hijo... acostándose con él. Cosas de manual de psicología que ni siquiera los nazis harían. De todos modos, el hijo no cambia sus gustos y es chantajeado por el novio que se folla a su madre, ¡en su presencia!

Si Gustavo no se convierte en un asesino en serie, es solo porque no hay más tiempo. La madre se suicida. Enrico lo hereda todo y se folla a su secretaria (aunque no se vea, es una certeza). Tal vez haya olvidado algo. Pero quién sabe.

Desde luego, nunca olvidaré la pobreza que reina en toda la producción y la ineptitud del reparto y la dirección. Una película horrenda, que para muchos es el punto álgido de la vertiente erótica de Grassia. ¡Piensas!