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perdone los errores

 


Una vita spericolata


Nos encanta Marco Ponti. Independientemente. Por 'Santa Maradona', vale, pero también porque ¿cuántos directores de Avigliana, un pequeño lugar de la provincia de Turín, conoces? Una rareza. 
Sin embargo (cómo me gusta esta palabra tan refinada, que siempre parece anunciar lo peor) incluso a las personas que quieres a veces hay que decirles que han cometido algunos errores. Y en el caso de Ponti se trata de 'Una vita spericolata', una película de 2018.
Con el Guy Ritchie de 'Lock & Stock' y 'The snatch' a la cabeza, Ponti plantea una comedia 'on the road' con tres criminales, los de siempre, inverosímiles.


Un malentendido desencadena los acontecimientos. Roberto, habitante de Val di Susa (cerca de Turin), es un mecánico de 30 años en apuros económicos. Acude a un banco de Sestriere para pedir un préstamo y es confundido, de forma atrevida, con un atracador. Un atracador que tiene una rehén: Soledad (Matilda De Angelis), influencer de profesión.
Entonces descubre, sin embargo, que el dinero que se llevó en su robo involuntario pertenece a una organización del bajos fondos y con su amigo BB, ex piloto de rally, y Soledad emprenden una larga huida a través de Italia, convirtiéndose en héroes populares.

Más allá de la evolución decididamente previsible de la historia, por no hablar del final, Ponti inserta un sinfín de perlas "filosóficas" que no van más allá de la cháchara social (o de bar, si se prefiere). Intenta una dirección adrenalínica, ayudado por el hecho de que se trata de una road movie, pero se encuentra con tres actores (Richelmy, De Angelis y Franceschini) que no consiguen dar realismo a los personajes actuando de una manera didáctica que no va más allá de la macchietta.
Las fuerzas del orden relegadas al papel de "alivio cómico", o casi, cierran el círculo de una película más desaprovechada que temeraria.